Mayte Albores

Normalmente lo que escribo lo tengo en la cabeza, en los ojos, en la piel, en el cuerpo... no necesito pensar...

¡Lo que escribo soy yo hecho palabra!



El fuego se apaga con sed.
Al final todo será un mismo infierno que aprendemos a amar ¿será, eso, la felicidad?


Aprieto los labios
con la fuerza
de dejar
mi boca morada.

Los gemidos, internos,
se agolpan al deseo de salir
en un grito espantoso detenido
en nudo
de garganta.

Todos los derechos Reservados en el Registro de la Propiedad Intelectual

lunes, 22 de agosto de 2011

¿No lo sientes?


I.

Te busco,

arrastrada,
como una lombriz
surcando la tierra.

Llueven mis ojos,

y me ahogo
en los desechos
de mi cuerpo.


II.

Te busco,

como si fueras
el agua o la tierra,
y me masturbo,

arrastrada,
como esa lombriz
surcando la tierra.


III.

Te busco,

en un cajón,
en unas letras,
en una memoria,

atascada,
como un CD rayado
que solo repite

aquel te quiero
que ya no escucho
en directo.



IV.


Te busco,

en la frondosidad
de mi sufrimiento,
y en lo orondo
de mi necesidad.

No puedes,

no puedes quitarme
la vida que me habías
dado.

Nunca,

ningún transplantado
tuvo que devolver
su corazón, su riñón, su cornea...


V.

Porqué,

¿porqué tú, te llevas
aquel nudo de sueños
que me calmó todas las noches?

Y ya, desposeída,
no escondo que
me siento como un parásito.

Como un buitre
que reastrea
plumas, huesos o pellejos,

como un carroñero
con muchas ganas
de alimentarse...


VI.

¿No ves?

¿No ves que no tengo voz?
¿No ves que no tengo grito?
¿No ves, acaso,
el espacio desierto que has dejado?

¿No ves?

¿No ves,
que no hay huellas digitales
que presionen como las tuyas?

¿No ves,
que ni por encargo
podría encontrar la horma
para aliviar el vértigo,
de este agujero que has cavado,
poco a poco en mi alma?



VII.

Si era mujer, ayer,
ahora solo soy
la lombriz que se arrastra,
y se masturba
por cada grano de tierra
que se convierte en café,
para seguir...



VIII.

Pero no ves...
pero no ves, que yo,
si me deslicé
por la tirolina,
jamás pensé,
quedar suspendida
de la polea de tus manos,
sin voz, sin grito, desierta,
con el vértigo
del vacío bajo mis pies,

y arrastrada,
como un gusano,
en equilibrio,
por la cuerda floja
y sin poder pisar
el aire.

¿No lo ves?
Dime,
¿no lo ves?
¿no lo ves?

¿No lo sientes?

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MÁS PUTA QUE NUNCA:
UN ALMA SE VENDE
POR SENTIR UN ESCALOFRÍO
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